George Corm es un economista e historiador libanés formado en Francia y que participó como ministro de finanzas entre 1998 y 2000 en el gobierno presidido por Salim El Hoss. La tesis de la obra se centra en la definición de la fractura que separa Oriente y occidente como un cliché oportunista por parte de Occidente y de los extremistas islamistas para poder continuar con un enfrentamiento que les es beneficioso. Todo basado en un discurso narcisista de Occidente. El 11 de septiembre es la continuación para Occidente de la fractura que ha existido siempre: la que nos separa a los civilizados de ellos, los bárbaros. Una fractura que arranca en su forma laica desde los griegos y en su forma sagrada desde la Biblia. Algunas de las ideas claves que expone en su obra son:
– La decadencia o fabricación del mundo por Occidente. Desde Spengler hay una doctrina que anuncia el fin de la hegemonía civilizadora de Occidente. Toynbee y su teoría de la decadencia de las civilizaciones también ha influido en ese miedo a las naciones emergentes. Por un lado llegar al poder implica el inicio de la decadencia y ésta actúa desde fuera y también desde dentro de manera corrosiva, se trata de trasladar a lo social el entropismo físico. Occidente y su modelo triunfa: cultura del Holocausto, victoria de Israel, victoria del Islam político ante el nacionalismo laico, fin del comunismo. Pero después de la victoria viene el miedo ante la bomba demográfica que rodea a Occidente: el Islam. Occidente vence pero lo hace en su contradicción porque Occidente es revolución y contrarrevolución, es etnicismo y no lo es. Occidente vence y se confunde poder con razón, ahora toca la salvación de la humanidad por el libre comercio. El fin del comunismo quita el freno de la socialdemocracia y ahora todo es liberalismo (OMC, BM, FMI). Los que se enfrentan a ese poder de Occidente, curiosamente, son los occidentales a través de ONGs y muchas de ellas de EUA que se cuestionan el éxito de la globalización en el tercer mundo y la repartición de la riqueza. En Occidente conviven los esencialistas convencidos que el modelo occidental sólo puede darse en Occidente y los autocríticos que piensan que el modelo es demasiado peligroso y que sus excesos pueden provocar su destrucción. En Occidente las clases ricas se movilizan por el medioambiente o la calidad de la salud, mientras que en el Tercer mundo la fascinación por la forma de vida occidental sigue intacta.
– Visión simplista de Occidente sin tener en cuenta muchos aspectos de la historia y la sociedad árabe. El autor no cree en el pasado glorioso del islam (p.e. asesinato de tres de los cuatro primeros califas, división suní-chií, …). Incluso la assabiya de Ibn Jaldún también se pierde rápidamente…turcos, bereberes, iranís quitan el poder a los árabes. El chiísmo que adopta una postura quietista originalmente se moviliza ante Occidente y es Occidente el detonante de la creación del estado islámico en Irán. Hizbullah (Partido de Dios) como muestra de praxis política ajena es otro ejemplo de la influencia occidental sobre los extremistas islámicos. El intento de institucionalizar a los ulemas es otro reflejo de la Iglesia Occidental. Ya en época abasí hubo un enfrentamiento entre ulemas conservadores y motazilíes que querían dar una visión racionalista al Corán como hecho histórico, por eso la exégesis coránica se cerró en las 4 escuelas tradicionales (malakí, hanbalí, hanafí y xafií). Cuando el mundo árabe se independiza en múltiples estados, el laicismo nacionalista es atacado y más cuando se radicaliza durante la etapa Nasser. Occidente apoya el wahabismo saudí, hijo del hanbalismo.
– Una parte del discurso desde Occidente es la personalización de la Historia y su teleología: la Ilustración como ejemplo de la separación entre lo sagrado y lo profano que jamás se ha dado en el Islam (tesis clásica entre otros de Bernard Lewis) y el Renacimiento como punto de ruptura tecnológico. Para Weber es el despegue del protestantismo como punta de lanza del capitalismo y el inicio de la hegemonía occidental. El autor es crítico con estas tesis y cree que la conquista de América tuvo más importancia, además plantea el avance de Italia o España durante el siglo XVI ajenas al protestantismo.
– Influencia de Max Weber que contrapone las sociedades según un tipo ideal que enfrenta las sociedades modernas y racionales con las mágicas y carismáticas en las que domina la religión, los vínculos familiares y la figura carismática de un jefe patriarcal. Occidente está “desencantado” y ha salido del mundo mágico de la religión. La cultura occidental tan dada a la sistematización y a la clasificación no puede evitar entrar en la dicotomía entre el occidente moderno y el oriente arcaico. El desencantamiento de la sociedad se inicia con la introducción del monoteísmo por parte del judaísmo y se completará con el racionalismo calvinista. El pensamiento antropológico occidental se dedica a establecer la fractura. La frase “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” es la fórmula mágica que, sumada al individualismo, se enfrenta al estado holista. Occidente se ha reinventado en función de mitos creados para explicar su posición preponderante en el mundo. La presunta racionalidad de Occidente choca con el entusiasmo con el que defiende un estado judío de nueva creación basado en la Biblia. La creencia fanática en un sistema social y en su capacidad de progreso lleva a los peores excesos (p.e. El terror durante la Revolución Francesa) ya condenados por la Escuela de Frankfurt.
– Para Occidente la religión y el capitalismo se hallan en la base de su hegemonía fruto de la mezcla entre la superioridad de la raza de Darwin y la conjugación entre estado y cristianismo (como religión superior) de Hegel. Marx suaviza este racismo y apunta al capitalismo como el elemento que rompe con el feudalismo, por eso apoya el colonialismo porque ayuda a acabar con las etapas anteriores de feudalismo y así se acerca a la sociedad comunista.
– Occidente tranquilizado tras la muerte del fascismo, del comunismo y del autoritarismo que albergaba en su seno, ha arrinconado el pensamiento crítico de Popper. Ha triunfado el neoliberalismo y el fin de la historia. La preocupación de la moral universal y el cosmopolitismo ético e ilustrado de Kant (opuesto a Hegel) hoy no es más que una caricatura y una excusa de EUA para el abuso de su posición preeminente. No en vano se trata de una continuación de la política imperial occidental bajo la forma de la globalización económica. Eso lleva al fracaso de los principios democráticos en el orden internacional. Los principales organismos internacionales están al servicio de USA. Occidente es un bombero pirómano. Occidente odia los cambios y no quiere oír ni hablar de revoluciones. Mientras en Oriente se teme la crítica ante el miedo a que las débiles estructuras del estado se vengan abajo. El paraíso occidental que llama a miles de inmigrantes se basa en la mejora de la vida de la sociedad y de sus individuos, exportar esa mejora es lo que disminuiría el etnicismo y el fundamentalismo religioso. No es igual libertad a libre comercio y menos cuando se trata de actores no iguales. Corm se apunta a la idea de Jürgen Habermas de regular institucionalmente un sistema de valores sociales y económicos razonada en los éxitos de la modernidad. Tal vez el mundo debería ser más justo y no tan moderno. El autor critica toda justificación de la violencia en nombre de la moral y de la religión o de la civilización.
– Tras la presunta laicidad se mantiene un discurso monoteísta judeocristiano que no puede evitar enfrentarse a Oriente. El discurso laicista de Weber y el intento infructuoso por parte del resto del mundo para parecerse a Occidente marcan la dinámica del mundo. Los musulmanes entran en una dicotomía: imitar a Europa o volver a las fuentes. Pero a Occidente no le interesa tener como interlocutores a reformistas sino a sistemas arcaicos que son institucionalizados de modo moderno (casos de Arabia Saudí o Egipto o Pakistán). EUA es un ejemplo de la vinculación entre lo sagrado y lo laico como también Irán que crea de la nada una República (laicismo) Islámica (religiosa). El autor coincide con Malraux en que el siglo XXI será religioso o no será. A la vez existe una corriente de pensamiento que también opina que Europa en su progreso material ha dejado atrás su alma, en cambio Oriente sí mantiene esa espiritualidad y se opta por idealizar ese Oriente que otras veces se desprecia. En cambio para los islamistas la laicidad se interpreta como una parte del complot judeocristiano. Esa perdida de la espiritualidad también provoca fascinación por el Islam o por las sectas. Hay una persistencia de la mentalidad religiosa a la que hay que añadir una valoración por lo identitario que también engloba lo religioso. Hay en Occidente una búsqueda de la autenticidad. El fin de la URSS puso sobre la mesa las viejas cuestiones nacionales. De la misma manera se ha tomado al fundamentalismo islámico como una mentalidad inmutable. Se intenta vincular razón y Estado y dar un sentido moral a la actitud de este último. Corm habla de “delirios identitarios que produce una cultura occidental desencantada, carente de una coherencia intelectual que, en realidad, no ha existido nunca”. Se idealiza tanto la laicidad que acaba sacralizándose y sustituyendo a la propia religión. Por tanto Occidente sigue siendo religioso pero de manera diferente a como lo era en el XVIII. El autor lo ejemplifica con una cita a Louis Massignon: “La historia de la Salvación está en la raíz del colonialismo. Yo tengo una historia, tú no la tienes, yo te voy a incluir en ella. Ésa es la teología de la historia de la Salvación. Yo poseo la verdad; tú estás en el error. Yo voy a incluirte”. Corm también cita a autores árabes que se plantean el papel de la religión (el sirio Mohammed Shahrur) pero que no se traducen a lenguas occidentales y se desconocen. El Islam se presenta como paria de Occidente pero con el ejemplo entre Pakistán y Bangla Desh se demostraría que lo étnico está por encima de lo religioso. Con el término “raíces judeocristianas” se unen la historia laica y la religiosa, por tanto existe un fracaso de la laicidad que se ha acabado sacralizando, como ejemplo la frase: “El poder lleva en sí el germen de lo sagrado”.
– El autor cuestiona la fractura (personalizada en el mediterráneo, el Norte cristiano y el Sur musulmán) con ejemplos históricos, por ejemplo la fractura oriente-occidente del imperio romano cristiano previa al Islam. También son claras referencias ficticias de esa fractura una Turquía como ejemplo de estado laico o como los estados más amigos de EUA como Pakistán y Arabia Saudí son precisamente los más retrógrados.
– Critica el mito de la separación entre arios y semitas. Aunque los semitas crean el monoteísmo se quedan estancados mientras que los arios tienen el dinamismo y la creatividad para la expansión del cristianismo sobre el que se edifican las grandes filosofías occidentales (el milagro griego fruto de la racionalidad aria y base del occidentalismo una vez sumado el cristianismo). Últimamente se ha vuelto a incorporar al seno occidental la cultura judía a expensas de una mayor grieta con el Islam (sacralización del estado de Israel a causa del Holocausto). Otro cliché: árabes e israelís son ambos semitas y el conflicto se debe a los regímenes dictatoriales. Ese englobar a todos los semitas se debe al proceso de occidentalización. Clara influencia de Renan y su “genio del cristianismo” y la pesantez del semita. Existe una vinculación entre la creación de Israel y el nacionalismo estadounidense, que se basa en el protestantismo y por tanto en el AT, y en la conquista y colonización del Oeste como tierra prometida.
– Un elemento que redunda más en las limitaciones del Islam es el ejemplo de que los países asiáticos con menos influencia del Islam han elevado sus niveles de vida como Japón o los Tigres y para ello se busca una explicación en la tesis weberiana de los valores fundamentados en el confucionismo o el budismo. Pero Occidente aguanta mal la competencia, cuando estallan las crisis de las economías asiáticas en los 90 se buscan razones de estructura del pensamiento o de deficiencias sociales, o sea el capitalismo bueno sigue siendo el occidental. La rápida salida de las crisis acalla este discurso narcisista.
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